Son dos fajas, formadas por partículas cargadas e interpoladas en el campo magnético terrestre que rodean a nuestro planeta.
Fueron descubiertos en 1958 por el físico americano James van Allen, que era responsable de un experimento confiado al primer satélite artificial americano "Explorer 1".
Todos sabemos que el planeta Tierra tiene una magnetosfera que nos protege de la radiación de nuestro Sol, nuestro dador de vida. Esta protección es gracias a la magnetosfera que se compone de dos cinturones; uno que está más próximo a la superficie terrestre (se extiende unos 1000 kms a unos 5000 kms) y otro exterior (se extiende desde los 10.000 a los 20.000 kms).
Todos sabemos que el planeta Tierra tiene una magnetosfera que nos protege de la radiación de nuestro Sol, nuestro dador de vida. Esta protección es gracias a la magnetosfera que se compone de dos cinturones; uno que está más próximo a la superficie terrestre (se extiende unos 1000 kms a unos 5000 kms) y otro exterior (se extiende desde los 10.000 a los 20.000 kms).
Las partículas son arrastradas en recorridos helicoidales sobre las líneas del campo geomagnético por la fuerza de Lorentz (fuerza ejercida por un campo eléctrico y un campo magnético sobre una carga eléctrica en movimiento). Dado que el campo magnético aumenta cerca de los polos de la Tierra, las partículas se mueven de un lado a otro en recorridos helicoidales entre los polos norte y sur de la Tierra.
La Anomalía del Atlántico Sur es una región en donde los cinturones de radiación de Van Allen -normalmente ubicados entre los 1000 y 5000 kilómetros de altura- se encuentran a menos de 500 km. de la Tierra. Algunos creen que esto se debe al hecho de que el centro del campo magnético de la Tierra está desviado de su centro geográfico. Otros creen que se debe a un efecto secundario de una reversión geomagnética. Lo cierto es que los satélites artificiales o astronautas que la atraviesan corren el riesgo de ser dañados por las fuertes radiaciones que allí se encuentran.
Cualquier satélite o nave espacial tripulada que describa una trayectoria con una inclinación orbital de entre 35° y 60° atravesará la anomalía periódicamente, exponiéndose durante varios minutos a una fuerte radiación.
La posición de esta anomalía no es fija, sino que deriva lentamente debido a la rotación diferencial entre el núcleo terrestre y su superficie, desplazándose entre 0,3 y 0,5 grados por año. Ubicada actualmente por encima de Brasil, Argentina y el Atlántico Sur, la zona de peligro se va moviendo lentamente hacia el Océano Indico Sur. Esto significa que en un periodo de entre 700 y 1000 años la anomalía debería completar un giro completo alrededor de nuestro planeta. Pero dado que solo ha sido detectada hace unas pocas décadas, los científicos no están completamente seguros la forma en que evoluciona este fenómeno.
De hecho, la intensidad del campo magnético terrestre en general se está debilitando a gran velocidad. Mediciones efectuadas con una diferencia temporal de 20 años entre una y otra muestran que -de seguir a este ritmo- el campo podría desaparecer por completo en unos 1000 años, lo que sugiere que nos encontramos en los preliminares de un cambio de sentido en los polos magnéticos, algo que ha sucedido varias veces en la historia de la Tierra.
Si esto es cierto, lo que hoy vemos como una anomalía seria lo normal para toda la superficie de la Tierra, ya que sin campo magnético no habría cinturón de partículas que nos proteja.
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